Friday, November 03, 2006

NO AL URBANISMO SIN LÍMITES

Es noticia conocida en nuestro país que los escándalos inmobiliarios están al orden del día. Son muchísimos los municipios que se encuentran en esta situación y prueba de ello son las
constantes noticias que nos llegan en todo momento de los medios de comunicación.
Los proyectos de obras sin permisos nacen como setas y están invadiendo nuestras costas y montes hipotecando nuestro paisaje y medio ambiente para las generaciones futuras. Además, el blanqueo de dinero que se esta llevando a cabo por parte de estos constructores (por no decir ladrones o chorizos) perjudica gravemente la imagen y credibilidad de nuestras instituciones.
Es preocupante ver como se están recalificando terrenos a diestro y siniestro, y realizando obras masivas con grúas de colosales dimensiones para edificar, a base de tochos con hormigón, segundas residencias para unos cuantos ricachones.
Este urbanismo sin límites y bárbaro no puede continuar y ha de evolucionar en el marco de la legalidad. Por lo que no se puede tener ninguna permisividad con estas de infracciones tan graves y que nos perjudican tanto.
Un Estado desarrollado y potente como el nuestro no puede “dejar hacer” o “contemplar” como se masifican nuestras poblaciones sin ningún tipo de cohesión urbanística.
Un pueblo de cien o doscientos habitantes, por cierto, muchos de ellos con problemas de suministro de agua, no puede pasar a tener de golpe 2000 residencias con dos o tres campos de golf.
Menos mal que por fin en las últimas semanas, algunos de nuestros partidos políticos están intentando hallar la fórmula para erradicar, de una vez por todas, esta cadena de edificaciones ilegales.
Todos los partidos políticos, y no solo los de izquierdas, deben ponerse de acuerdo para evitar al máximo estos acontecimientos. Tanto populares como socialistas, no pueden pasar por alto que en los municipios que gobiernan se produzcan estas ilegalidades.
Es hora de hacer un “frente común con mano dura” para todo aquel que se este forrando en la ilegalidad, ya que en cuestión de unos pocos años nos estamos jugando mucho.
Y es que no estamos dispuestos a permitir que España sea un desierto de cemento y ladrillo, sino todo lo contrario, queremos que sea un territorio libre de especulaciones inmobiliarias y medioambientalmente sostenible. Un país en el que la gente de hoy pueda seguir disfrutando de sus ciudades ordenadas, campos, y playas, y también las generaciones que vendrán en un futuro, porque ellos tienen el mismo derecho que nosotros a hacerlo.

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